viernes, 21 de agosto de 2015

Sobre el amor idílico y otras cosas






El "amor", "enamorarse", remiten a estados de la consciencia dónde un sujeto  se arroja hacia el impredecible vacío romántico esperando en mayor o menor medida ser correspondido. Lo interesante, sin embargo es pensar una alternativa a este esquema lineal y estandarizado del "amor".
El "amor", contrariamente a lo que podría suponerse no requiere de dos sujetos libres y autónomos para gestarse. Éste puede, por el contrario, desarrollarse a partir de la voluntad expresa de un único individuo, resuelto a amar a alguien que no necesariamente lo ama. De esta forma el "amor" no es necesariamente una equivalencia a priori de la voluntad de dos individuos, sino que puede ser de la misma forma la expresión más genuina de deseo de un sujeto para con otro.
Lo más interesante del concepto de "amor platónico" es que no se justifica ni legitima a partir del "contacto" con el otro, sino que se reconfigura a partir de la imagen que nos formamos de ese otro "objeto" de deseo.
En este sentido es necesario evitar caer en personalismos, el "otro" sigue existiendo, no es una imagen extensiva del "yo" que desea, ni un desdoblamiento de éste, es en cambio un sujeto autónomo dispuesto a ser objeto de interés de otro.
El "amor platónico" se alimenta de ilusiones e incertidumbres más que de certezas se re configura y en ocasiones desarma sin siquiera llegar a conocer en profundidad a ese "otro" amado. El amor platónico es necesario vital para los sujetos, incluso cuando están en pareja. Nos recuerda que somos humanos sujetos al cambio atravesados por emociones que se disparan de forma intermitente a partir del contacto con el otro. Es una experiencia íntima y secreta. Es la experiencia más propia y humanizan te que puede atravesar una persona.  Es el manifiesto más extremo del deseo humano. Nos acercan un poco  más a los demás y un poca más a nosotros mismos,

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