Lo que amo de esta película es que desmiente categóricamente el hecho de que la transición a la adultez (eso que llamamos "ser joven") es inmediata, absoluta, definitiva. Me fascina que lidie con los problemas de la angustia profunda, existencial.
Cabe destacar que las protagonistas son mujeres. Mejor aún, las mujeres a la que se les exige estar sonrientes, bellas, espléndidas, ocultar sus debilidades, proyectarse de forma positiva hacia el futuro.
Mentira, nada de esto, sucede nunca. Crecer implica tantas preguntas inciertas, tantos momentos de frustración, de arrepentimiento, de hastío.
Me pregunto por mí misma desde que tengo uso de razón y a medida que fui creciendo esa pregunta se transformó en un debate permanente e ineludible. Qué quería, ser y qué no. Qué clase de mujer, de persona quería ser. Cómo quería que los demás me vieran.
La adolescencia, la juventud, la vida misma es triste. ¿Por qué ocultarlo?. Prefiero enfrentarlo, pelear con ello de frente. ¿De qué me serviría obviar lo evidente? Podría no pensar, desconectar mi cerebro, aspirar a una vida mediocre, monótona. No puedo, no me lo permito. Si venimos al mundo y sufrimos por la injusticia, el odio, la mezquindad, la desigualdad, sufrimos por no tener amor, sufrimos por perderlo. Si sufrimos por todo, por lo menos que nuestra presencia en la vida tenga sentido.
Démosle sentido a nuestra vida, busquemos existir por algo, para alguien. Existamos con otros, en conjunto. Existamos por lo que creemos, por lo que apostamos, por el sacrificio que implica entregarnos a nuestras convicciones. Existamos para que los que vienen después que nosotros existan mejor.
Todos seres que transitan esta tierra más por obra del azar que por el destino. Hagamos algo que no tenga que ver con el azar, que no tenga que ver con el destino. Existamos por nosotros, por los demás y por el sentido que elijamos darle a nuestra vida.
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