Cuándo iba al secundario escuchaba esto con mis amigos . Que grado de vejez por dio'...
domingo, 30 de abril de 2017
sábado, 29 de abril de 2017
viernes, 28 de abril de 2017
Una reflexión antropológica cómo al pasar<<<<< aquí link de una idea que se me ocurrió de repente.
PD: perdonen el sonido irritante de mi celular que suena cuándo grabé esto
La primera vez que me enamoré de alguien sentí que todo lo que estaba detrás de esa persona se desvanecía. Era tan pequeña. El primer amor siempre está teñido de ternura, inexperiencia, suposiciones. El primer amor es impactante porque es el que nos demuestra que somos capaces de amar y ser amados. Nos devela una fuerza vital y misteriosa que se presenta en raras oportunidades pero que tiene la fuerza de arrastrarte junto con toda tu voluntad de resistirte
Es como decía Gabriel García Márquez, los síntomas del amor son muy parecidos a los del cólera. Después de todo ¿Quién dijo que el amor no es una enfermedad?
No lo idealices, no. El amor puede ser algo espantoso. La pérdida, el desengaño o el amor no correspondido nos lacera, nos quema por dentro, nos corrompe.
Una vez me dijeron "el amor es como una amistad en llamas". Mentira, no, para nada. La amistad es siempre sobre la solidaridad, la horizontalidad. El amor es otra cosa. Nos pone a prueba, nos hace estar ansiosos, insatisfechos. Te mantiene despierto al borde de la histeria.
Odio el amor, odio la idea del amor. Odio que el amor te vuelva débil, vulnerable. Odio que te atraviese el pecho, que te quite la respiración. Odio el amor porque cuando amo ya no soy yo misma, soy algo mejor.
Lo que amo de esta película es que desmiente categóricamente el hecho de que la transición a la adultez (eso que llamamos "ser joven") es inmediata, absoluta, definitiva. Me fascina que lidie con los problemas de la angustia profunda, existencial.
Cabe destacar que las protagonistas son mujeres. Mejor aún, las mujeres a la que se les exige estar sonrientes, bellas, espléndidas, ocultar sus debilidades, proyectarse de forma positiva hacia el futuro.
Mentira, nada de esto, sucede nunca. Crecer implica tantas preguntas inciertas, tantos momentos de frustración, de arrepentimiento, de hastío.
Me pregunto por mí misma desde que tengo uso de razón y a medida que fui creciendo esa pregunta se transformó en un debate permanente e ineludible. Qué quería, ser y qué no. Qué clase de mujer, de persona quería ser. Cómo quería que los demás me vieran.
La adolescencia, la juventud, la vida misma es triste. ¿Por qué ocultarlo?. Prefiero enfrentarlo, pelear con ello de frente. ¿De qué me serviría obviar lo evidente? Podría no pensar, desconectar mi cerebro, aspirar a una vida mediocre, monótona. No puedo, no me lo permito. Si venimos al mundo y sufrimos por la injusticia, el odio, la mezquindad, la desigualdad, sufrimos por no tener amor, sufrimos por perderlo. Si sufrimos por todo, por lo menos que nuestra presencia en la vida tenga sentido.
Démosle sentido a nuestra vida, busquemos existir por algo, para alguien. Existamos con otros, en conjunto. Existamos por lo que creemos, por lo que apostamos, por el sacrificio que implica entregarnos a nuestras convicciones. Existamos para que los que vienen después que nosotros existan mejor.
Todos seres que transitan esta tierra más por obra del azar que por el destino. Hagamos algo que no tenga que ver con el azar, que no tenga que ver con el destino. Existamos por nosotros, por los demás y por el sentido que elijamos darle a nuestra vida.
jueves, 27 de abril de 2017
Me siento culpable
En este momento prefiero extirparme los sentimientos y regalarselos a alguien antes que volver a lo mismo de siempre.
Lo único que aprendí en 20 años es que:
No puedo no leer
Me resisto a leer Ulises de James Joyce hasta haber leído todos los intertextos a los que hace alusión
Se pueden entablar relaciones de amistad con las personas que te venden libros
Se pueden establecer amistades a partir de ver a alguien que está leyendo algo que te gusta.
Leer te salva de momentos desesperantes de angustia existencial.
Leer te deprime irremediablemente
Existen muchos libros que te cambian la vida.
La Divina Comedia de Dante te hace llorar de lo hermoso que es.
Me enamora perdidamente leer las cartas que Kafka le mandaba a Mílena.
Todo lo que soy se lo debo a los libros y a las personas con las que me vinculé a través de ellos.
El estar permanentemente fuera de lugar, es una constante irremediable. Ya no me defino en función de lo que soy sino en función de los muchos lugares a los que no pertenezco. Las series adolescentes se encargaron de hacerle creer a los jóvenes que sentirse marginal es vestirse con ropa oscura, escuchar joy division o iggy pop encerrado en tu cuarto a oscuras.
Lamento decirle a quien sea que lea esto, si es que esa posibilidad existe, que sentirse fuera de lugar es una experiencia mucho mas profunda, intransferible, ontológica.
Implica tener que replantear constantemente que "se es", implica estar en una búsqueda permanente de algo que en realidad no sabemos si existe.
Es como estar en la mitad del océano solo, no hay olas, simplemente el mar estático, inmóvil. Ahora bien, no importa en que dirección miremos, siempre hay agua. Ni un punto de referencia. La inmensidad desproporcionada del mar nos da vértigo, pánico. Sufro porque no entiendo, sufro porque no sé si resistir y nadar, si dejarme llevar. Sufro porque me veo o mi misma boyando sin un rumbo fijo, eternamente.
El sentirse fuera de lugar es eso, una experiencia de resignificación de lo propio constante a tal punto que quedás a la deriva de una fuerza mayor que sentis que te arrastra.
En el caso de que seas mujer, como quien escribe estás palabras, esa experiencia es aún peor. Todos esos supuestos que se nos adjudican, que nos vomitan con su machismo retrógrado. Todo esto al punto que uno no sabe cómo definirse en tanto mujer. Una no sabe, no quiere, no se pregunta. Después de todo sobran los expertos en la materia. Me enorgullece que nosotras solas empecemos a dinamitar esos prejuicios de mierda. Me enorgullezco de todas, que tanto sufrimos en el pasado, que tanto sufrimos en el presente. La hermandad que se genera entre las mujeres; Ese sí es un lugar de pertenencia, uno que hay que conquistar y alimentar.
Después de todo, de verdad no sé que busco, que quiero. Solo sé que tengo 20 años y que soy mujer porque lo elegí. Recordemos a De Beuvoir "No se nace mujer, se llega a serlo". Soy mujer porque frente a este sistema de mierda que prefiere desmotivar nos elegí armarme de valor y salir a la vida, unirme con otras, compartir una causa común.
Me enorgullezco de todo. De ser mujer, de no tener un lugar, y por momentos encontrarlo. Me enorgullezco de que nunca permití que me definan, de que grito al mundo que soy mujer, y que además puedo jugar al fútbol, prender fuego para hacer asado, hacer fuerza, correr.
No encontrar un lugar, que dilema. Estar en búsqueda de encontrarlo: la solución
domingo, 2 de abril de 2017
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