lunes, 3 de octubre de 2016


De repente, es cómo si todo tuviese sentido otra vez. El "estar sólo" no es un estado momentáneo, transitorio de la existencia humana que debamos atravesar para llegar a un estadio superior de felicidad plena. El "estar solos" es parte del "estar siendo". Siempre se está sólo. Uno consigo mismo, transitando días que devienen en experiencias compartidas donde nos topamos con otros (igualmente solos) con quién se produce un encuentro instantáneo.
El aprender a "estar sólos" es parte del aprender a estar con los demás. Cuándo se está con los demás, en definitiva uno está, paralelamente, compartiendo algo consigo mismo. Mi "yo"  no puede despojarse de mi cuerpo sin embargo en ocasiones tomo consciencia, aunque sea parcialmente, de que ese "yo" es otro ente que escucha, que está atento a lo que digo, que se ríe, que observa, que emite juicios. Ese "yo" expectante sobrevuela tanto si estoy con otros cómo si estoy sola. Lo importante es en todo caso, aprender a convivir con él. Que ese "yo" abstracto, extensión, apéndice de mí misma no consuma al "yo" que vive, al "yo" que está firmemente plantado sobre la tierra. Al yo que debe aprender a estar solo.




Jóvenes del mundo escuchad buena música

Cosas bellas por aquí...



Cuándo estás definitivamente cansado de todo (...)